miércoles, 11 de noviembre de 2009

SI QUIERES COMER CON TINO, NO DEBES FALTAR A CASA LAURENTINO.

Bueno, si lo de la ruta gastronómica no tiene éxito, podemos dedicarnos al verso... A subirse a la guagua, que comenzamos el viaje...En San Fernando de Maspalomas, a unos pasos de nuestra querida “Tasquita Gallega”, nos encontramos por casualidad con el restaurante “Laurentino”, nombre propio de su Sumiller...vaya descubrimiento.


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El local, con una decoración con tendencia antigua,para nada recargado, tiene el mayor de sus encantos en la tranquilidad que transmite, ajeno al bullicio de las zonas más turísticas próximas,apropiado para comidas sosegadas y donde el placer de saborear está por encima de todo lo demás, una vez en la mesa, perfectamente preparada y combinada, nada obliga a superar el susurro para entenderse. Nada más acomodarte, se nos ofrece la extensa carta, con nombres perfectamente identificables, imposible echar en falta algún plato, hay para todos los gustos; pescado, marisco, carne de todo bicho...como es normal en una primera visita, escuchamos atentamente las sugerencias del Cheff...y tras una breve reflexión, nos dejamos aconsejar: Ensalada de bonito; Todavía escucho los “mmm mmm”(Fátima) tras cada bocado...sencillamente extraordinaria... no exageramos ni un “pizco” o un “fisco” depende quien lo lea, Revuelto de espinacas y gambas; ¿típico? depende del producto, todo en su punto y en la cantidad adecuada, Chuletitas de cordero;¡a que esto no se lo esperaban! carne sabrosa y poco estridente para la digestión, Tarta de Santiago con Helado; una licencia poco original, pero que voy a hacer(Alejandro) es mi debilidad y si me la ofrecen como casera...imposible resistirse...como única pega, no nos ofrecieron acompañar alguno de los platos con una copa de vino, bueno, un pequeño despiste, teniendo en cuenta además la extensa bodega y la existencia de Sumiller. Así pues, pese a la decoración algo caduca y propia de los 80, no acabó de convencerme (Fátima), y al desliz de no ofrecernos al menos una copa de vino para acompañar los platos, lo cierto es que el menú nos convenció, el maitre aconsejaba sin atosigar, los camareros servían con educación y simpatía, pero guardando la distancia justa para no resultar “confianzudos”, como decimos en Gran Canaria, los platos tenían la cantidad de justa, ni tanta para hartarte del sabor, ni tan poco que resultase ridículo, bien presentados, servidos en el momento justo, bien acompasados, sin prisa pero sin pausa. En definitiva resultó un almuerzo agradable, del que salimos satisfechos sin sentirnos llenos, y lo más importante, con la certeza de que podemos recomendarlo a nuestros amigos y con la intensión de volver y seguir saboreando su carta, aunque está vez... esperamos que con un buen vino.
Ya estamos preparando la segunda entrega, así que no dejéis de poner vuestros comentarios.
¿Dónde comemos?